jueves, 31 de julio de 2008

Me gusta empezar historias (I)

“El mar, a lo lejos, brillaba como plata bruñida por los últimos rayos de sol del, acaso, el último ocaso que verían sus ojos tras finalizar el caso.”

- Tu estás tonto.
- ¿Por qué?
- ¿Quién habla así en la vida real?
- ¿...?
- ¿ Que qué coño es la plata bruñida?
- Pues en realidad no lo sé, pero lo he leído muchas veces y suena bien...
- Suena a enfado, como si te dijera que estoy muy bruñido contigo o algo así.
- Voy a consultar en el “Google” a ver que dice.
- Por cierto...
- ¿Si?
- La frase entera es una puta mierda. Que lo sepas.

En realidad tiene razón.

Así es la historia de mi vida, una constante de intentos fallidos. En caso de existir la reencarnación estoy seguro de que si muero y vuelvo a este mundo en forma de escobilla de váter, manteniendo la conciencia de mi mismo, de que yo soy yo por supuesto, apenas notaria la diferencia.

“Tras los barrotes de la celda, la vida se torna en un devenir de minutos que merman la razón, arrugan el corazón, transfiguran el rostro y envejecen el alma.”

¿Veis? A esto me refiero, no tengo el don de la palabra, además de carecer de gusto para hacer comparaciones y metáforas.

Soy mediocre hasta la médula, lo reconozco. No tengo ni puta de idea de por qué sigo escribiendo si tan siquiera soy capaz de distinguir una palabra llana de una aguda, por no decir de una sobresdrújula.

“Todo había acabado y en el fondo sintió un gran alivio por ello: el alba será el momento.”

La cosa se antoja sencilla: presentación, nudo y desenlace, ¿a que si?. Pues ahora voy a por el nudo.

“ En el cadalso, solitario en el centro del patio, se erguía la horca de la cual colgaba, sin piedad, una soga con un gran nudo corredizo. Una gota de rocío resbaló cuerda abajo hasta estrellarse contra el suelo de madera.”
Ya tengo el nudo, o no...Sigo.

“Johnny estaba a pocas horas de pagar todos sus pecados, juntos y sin paliativos. Su suerte estaba echada desde el momento en que cruzó su mirada con la de Wendy en aquel mugriento bar de carretera, pero claro, en ese momento no lo sabía”.

Ummm...

“Probablemente cuando Franz Mesmer formuló en el siglo dieciocho su Teoría sobre el Magnetismo Animal no se estaba refiriendo a lo que sentía Johnny en la entrepierna cada vez que veía como los pezones de Wendy intentaban liberarse de la opresión del sujetador y del suéter cuando, por casualidad,(por qué dudarlo), pasaba cerca del aparato del aire acondicionado. Johnny tenía la certeza de que sus pezones serían capaces de rayar el vidrio.”

Siempre cuela y da enjundia colocar unos datos históricos y algo de erotismo, no necesariamente juntos ni por este orden.


(Quizá continue otro día)

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