jueves, 5 de junio de 2008

¡Ay qué malito estoy, llevadme al bar! (II)

2.

Cogió una servilleta y escribió en ella:
“Si el objetivo era fracasar entonces he triunfado”
Y después pidió en voz alta que le pusiera lo de siempre.


3.

Ella es misteriosa y divina.
Siempre lleva consigo una agenda y una pluma. Casi nadie escribe con pluma hoy en día y menos si eres zurda porque se emborrona el papel con el puño. Para escribir con la mano izquierda y una pluma el secreto radica en estirar el dedo meñique , doblar la muñeca hacia abajo y levantar un poco el codo. El dedo meñique estirado la aleja aún más de la vulgaridad que la rodea.
Pide, (exige), un café americano y un agua con gas. Se molesta cuando tiene que interrumpir la lectura del periódico y explicar al memo del camarero joven qué es una café americano.
Saca un grueso libro del bolso y lo deja al otro extremo de la mesa. En la tapa se puede leer “Ulises”. Subraya algo en el periódico y después escribe una breve nota en su libreta “Moleskine”.
Hoy será un largo día como el de ayer y probablemente como el de mañana.

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