PESADILLA
ANTES DE NAVIDAD
“Antes de que preguntéis por ella os diré que
no vendrá, ya no vendrá nunca más”, y nadie preguntó nada el resto de la noche.
Apenas un par de horas antes habíamos estado
echándonos reproches y repartiendo fotos: yo me quedé con los negativos y ella
con todo lo positivo. Intercambio de recuerdos y de miserable mediocridad.
Abajo en la calle, en el maletero del coche, una botella de cava y dos copas de
cristal custodiadas por un bonito estuche de madera y terciopelo esperaban
pacientes. Íbamos a brindar por el perdón, la redención y el amor eterno. Luego
romperíamos las copas para sellar la promesa, como seguramente vi que sucedía
en alguna perniciosa película romántica, (Hollywood nos hizo tanto daño). Las
copas llevan décadas adornando una vitrina en casa de mis padres.
Tampoco hicimos el amor aquella noche en el
asiento trasero mientras en el radiocasete del coche sonaba “Stop” de Sam
Brown.
Al encuentro de amigos de aquella noche llegué
solo y antes de tiempo. Por el camino el volante del coche supo encajar mi
frustración. Era un buen volante de cuero, y como los guantes de un boxeador,
resistente a los golpes. Sam Brown saltó por la ventanilla y se desmontó al
chocar contra el asfalto y quedó allí, desordenada y hecha una maraña de cinta
magnética; un coche que venía detrás acabó con su agonía…” All
that I have is all that you give me.”
Durante la cena todos los amigos brindemos con
cava y copas baratas de vidrio: ¡Feliz Navidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario