Hay algo de trauma infantil y de expectativas no ajustadas en todo esto de la Navidad. El bombardeo de mensajes de felicidad, familias unidas, reencuentros y amores latentes que de repente florecen con intensidad. A esto último quiero referirme.
En los primeros años de la pubertad es difiícil mantenerse al margen de tanto estímulo y por eso sucedía que, de repente, dias antes de estas señaladas fechas, un mañana te despertabas perramente enamorado de aquella niña que unas horas antes pasaba desapercibida.
A partir de aquel momento todo esfuerzo se orienta para conseguir un momento romántico, de película cursi, en la anhelada Fiesta de Navidad de clase. Uno se postula para colaborar en toda aquella actividad extraescolar necesaria para organizar una fiesta memorable. ¿El fin?: pues pasar el máximo rato en su compañia. Ir a clase juntos, regresar juntos, ir a comprar juntos, hinchar globos juntos, hacer cadenas de cartulina juntos, preparar triángulos de nocilla y de foiegras juntos... convirtiéndote así en el precursor del típico "Pagafantas". ¿El objetivo?: declarar tu amor desbocado y robar EL Beso, tu primer beso, mientras de fondo suena "Barco a Venus" de Mecano o mejor, "Te amo" de Humberto Tozzi. Mientras más cerca del final de la tarde intentes el contacto físico, mejor, porque así dejarás ese momento, ese "highlight" televisivo, en todo lo alto y ella, seguro, se consumirá de amor durante el resto de las vacaciones navideñas...¡maldito Platón!
Nunca se cumplió el objetivo pues siempre quedaba todo en ensoñaciones mucho menos dolorosas que el rechazo y el escarnio público.
Y esta situación se repetiría año tras año: primero en el colegio, luego en el instiuto.
Con todo este poso emocional, esta estructura mental creada a base de golpes de cincel de frustración, es fácil extrapolar lo que explico y observar que el comportamiento en la edad adulta no es ni mejor ni peor: es el mismo.
En mi caso, por poner un ejemplo a vuelapluma, os diré que nunca triunfé, nunca fuí el Quarterback del equipo ni ella mi animadora, pero Humberto Tozzi sigue sonando en mi cabeza y esta noche estré allí, en la Fiesta de Navidad,(esta vez en la del trabajo), observándote a ti, y a ti, y a ti también...¿te apetece una Fanta?
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