No provocan gruñidos entre los perros y bufidos en los gatos, por lo que deduzco que no se tratan de criaturas malignas.
Su alimento es la empatía y por eso se pegan a ella como si no hubiera un mañana, (que no lo hay). Se quedaron ahí por culpa de una sonrisa que les despistó de su camino y con una sonrisa volveran a encontrarlo.
A veces se asoman por el hombro en busca de una mueca que les reconforte, pero como solo pueden ser percibidos por los animales, y de todos es sabido que el único animal capaz de sonreir es el ser humano, se vuelven frustrados a la parte de detrás.
No molestan ni mueven objetos, ni susurran al oído, ni tienen aliento frío; ni tan siquiera poseen peso específico, pero ahí están, esperando una palabra amable, una mirada complice y una amplia sonrisa tuya cuando me veas llegar.
Algunos niños son capaces de ver a "los escondedetrás" y se asustan porque son feos, arrugados y sin luz, y empiezan a llorar desconsoladamente sin motivo aparente. Entonces Ellos, aturdidos, se van a la parte de atrás del detrás para que el niño deje de llorar.
Cuando, por fin, algún "escondedetrás" consigue atrapar la luz de la sonrisa de un niño o niña valiente, entonces puede regresar satisfecho al sueño -mi sueño- de donde vino, de entre la vida y la muerte, y seguir, cauteloso, hasta su destino en el más allá, donde jamás se tendran que volver a esconder en la parte de atrás.
1 comentario:
¡vaya creo que alguna vez me visitó en mi infancia!
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