Querido diario: Hoy el día ha transcurrido apacible, pero hace un rato deseé que tu prístina mirada del día que hoy termina hubiese sido para mí y que me mirases con la curiosidad primigenia de un niño que todo tiene por aprender, que tu límpida mirada atravesase este corazón yermo. Y acabo de pisar una mierda de perro.
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