"Recordando a Swarosky"
De repente recordé a Swarosky, sentado frente la lujosa mesa
de mi despacho y como se consumía lentamente el cigarrillo que colgaba de la
comisura izquierda de su boca. Volvió a mi mente aquella noche en la que el
viejo desató su lengua, embriagado de alcohol y autocomplacencia. Swarosky me
habló de cómo empezó a amasar su fortuna durante los últimos días del Ghetto:
- No creerías de lo
que es capaz un tipo cuando ve peligrar su trasero...
- ¿A qué te refieres
Swarosky? - pregunté con aire distraído.
- Digo que esos hijos
de puta serian capaces de vender en pedazos a sus madres si con ello pudieran
conseguir un Marco más - y añadió - Les estuvo bien empleado.
- ¿Te refieres a la
"Solución Final?
- Me refiero - ahogó
un eructo - a que toda esa escoria judía lo único bueno que hizo fue darme el
oro de sus dientes para que lo mantuviese a buen recaudo y luego evaporarse por
las chimeneas de Auswitch - y arrancó un sonora carcajada - ¡Imbéciles!
Swarosky era mitad judío
por parte de madre y ario por parte de padre y del partido Nacionalsocialista
al que corrió a alistarse la noche siguiente de la de los Cristales Rotos y fue
por ese detalle que salvó su miserable vida; y por colaborar con el exterminio
de sus vecinos retirando la ceniza humana de los crematorios.
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